1. REVISANDO ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS.

1.1. El desarrollo rural.

La poca unanimidad en torno a la definición de "rural", también implica que el "desarrollo rural" resulte un concepto ambiguo, "bajo el que se cobijan multitud de acepciones, pues no se concibe de la misma manera en Inglaterra que en Francia o en el Mezzogiorno italiano que en el norte de Italia, o en las diversas regiones de España…; en todo caso, supone la armonización o combinación óptima de los distintos elementos del campo para que produzcan el mayor bienestar posible en las personas que lo habitan u ocupan" (Molinero y Alario Trigueros, 1994).


Esencialmente, desarrollo rural significa incrementos constantes y sostenidos en el nivel de vida orientados a mejorar el bienestar y la realización de la gente que vive fuera de las áreas urbanas. Como Leopolt (1977) ha destacado, este desarrollo debe generarse:


  • A través de esfuerzos por movilizar y utilizar de mejor forma los recursos humanos y naturales;


  • Permitiendo a las personas menos privilegiadas un acceso a los medios de producción y servicios;


  • Generando poder adquisitivo a través de una mejor distribución del ingreso y oportunidades de empleo; y


  • Estableciendo conexiones estrechas entre la agricultura, la industria y los servicios en las áreas rurales.


Por último, es necesario destacar que el desarrollo rural, además de la importancia que para él representa la actividad agrícola, debe necesariamente incorporar otros elementos del desarrollo social y económico (Atmnann, 1981 ).


Como ya se puesto de manifiesto, cuando se habla de desarrollo rural se hace referencia a un proceso de cambios positivos, producidos a través del tiempo que afecta a la población del campo. Se vincula a cuatro aspectos que se manifiestan en distintos grados en el medio rural:


  • Aspecto tecnológico. Las nuevas formas de producción permiten aumentar la producción y la productividad generando nuevas funciones e ingresos para los integrantes de las comunidades rurales.


  • Aspecto económico. La generación de ingresos impacta en los niveles de empleo cuando existe una movilización de trabajadores desde el sector primario hacia o los sectores secundarios y terciarios.


  • Aspecto social. Los dos aspectos anteriores tienen un efecto en este, al crearse las comunidades, nuevas aspiraciones y necesidades.


  • Aspecto político. Permite una mayor participación de la comunidad en el proceso de desarrollo posibilitando con ello un mejor bienestar.


Por tanto, el desarrollo rural es el resultado de una serie de transformaciones cuantitativas y cualitativas que tienen lugar en una población rural, de cuyos efectos convergentes resultan cambios favorables en el modo de vida de esta población. Es un concepto integral en el cual se concilian los aspectos económicos (cuantitativos) y sociales (cualitativos) involucrados en el proceso de desarrollo, siendo el rasgo más característico el papel que desempeñan las personas. Se trata de aprovechar su potencial con el fin de que aprendan a identificar y utilizar racionalmente sus recursos productivos.


De lo expuesto hasta aquí, se desprende que existe consenso, al menos, en dos aspectos centrales:


  1. La necesidad de arraigar localmente el desarrollo rural y obtener la activa participación de los residentes en los proyectos. Pero se debe tener presente que esta es una tarea difícil, ya que constituye un trabajo cultural “que responde a un esfuerzo asociativo insertado en el tejido local y capaz de movilizar los recursos humanos, las competencias y financiaciones exteriores” (Drain, 1994 ).


  1. No existe un modelo único de desarrollo rural, que sea válido para cualquier espacio. El modelo que se adopte, los planes específicos que se diseñen, deben estar en función de las características socioterritoriales de cada país o región.



1.2. Principales características socioeconómicas del medio rural


Al tratar de conceptualizar el mundo rural, se percibe que éste no es fácil de acotar ya que ha estado sujeto a profundos cambios en las últimas décadas. Las mayores transformaciones están relacionadas con las perturbaciones que está acarreando la crisis de la agricultura, hasta ahora la actividad productiva básica de los sectores rurales. De hecho, el uso del vocablo "mundo rural" procede de los últimos veinte años y, hasta ese momento, el mundo rural era sinónimo de "mundo agrario". Los cambios han traído nuevas perspectivas para este espacio con la introducción de actividades relacionadas con el medio ambiente y el turismo, entre otras.


Por ello, no es de extrañar que inmerso en un proceso de cambios, desde el punto vista conceptual, el mundo rural haya sido tratado desde distintas ópticas:


  • Cómo sinónimo de lo agrario, por la significancia de este sector en su estructura económica.


  • Se ha identificado a la ruralidad con criterios demográficos, sobre todo en los países industrializados.


  • Se le ha definido como una entidad socioeconómica que se proyecta en un espacio geográfico.


Desde la perspectiva del desarrollo endógeno, y teniendo en cuenta la reconocida revalorización del medio rural, una definición que se considera apropiada es considerar al medio rural como: aquel espacio polifuncional, no solamente productivo, sino también recreativo, residencial y de conservación o protección ecológica. Esta polifuncionalidad genera impactos positivos sobre el medio, pero también es fuente de conflictos derivados de las incompatibilidades, que se pueden plantear entre las distintas actividades que el hombre realiza en el espacio rural. Por ejemplo, cuando en algunas zonas se detectan conflictos entre usos productivos del suelo o de los recursos hidrológicos (actividad forestal, generación de energía eléctrica, etc.) y las actividades turísticas-recreacionales. Este problema viene a plantear la importancia de diseñar adecuados procesos de planificación y gestión de uso de estos recursos. Un punto de partida debe ser el diseño e implementación generalizada de planes de ordenamiento territorial, comenzando primero por las áreas más sensibles, tales como las riberas de lagos, en las que por su alto “valor productivo” se manifiestan los conflictos de uso ya reseñados. Hoy, es prácticamente unánime la postura de asumir que el espacio rural es el soporte de una amplia gama de actividades humanas. Gómez Orea (1992), atribuye al medio rural las siguientes funciones:


  • Equilibrio ecológico, en cuanto a conservador de ecosistema y procesos esenciales.


  • Equilibrio territorial, en cuanto a soporte de una población que contrapesa la desertización inducida por el fenómeno de concentración urbana.


  • "Producción" de paisaje de calidad, abierto, y natural en contraposición al cerrado, artificial y frecuentemente agresivo paisaje urbano.


  • "Producción" de agua limpia, recurso natural crecientemente escaso.


  • Soporte de actividades de solaz, esparcimiento y recreo al aire libre, ampliamente demandadas por una sociedad mayoritariamente urbana.


Estas características de multifuncionalidad deben ser consideradas cuando se planifica una intervención a favor del desarrollo de un área rural. De no ser así, los recursos que se inviertan tendrán una escasa rentabilidad social y constituirán una solución parcial y de corto plazo a los manifiestos problemas del mundo rural.


En cuanto a la delimitación del espacio rural, existe más de una alternativa. La que se escoge dependerá de los objetivos que se quieran alcanzar. Pero, más allá de los recursos naturales, materiales y del sistema productivo, interesa centrarse, la población residente en el territorio que se defina como rural.


a). La población rural: El papel de la mujer.

Como señala Hernández Sánchez (1989), la población es la protagonista y a la vez el destinataria del desarrollo. Cualquier programa o proyecto debe elaborarse a partir de conocer quienes serán los sujetos de su acción, por lo que establecer un perfil básico de la "población objetivo" es el primer paso.


Para el caso chileno, de acuerdo al último Censo de población de 1992 la población definida como rural llegó a un 16,5% del total nacional, observándose un continuo proceso de decrecimiento y envejecimiento


En los últimos 40 años Chile ha vivido un proceso migratorio acelerado, un verdadero éxodo desde el campo a la ciudad. En algunas comunas rurales este proceso ha significado la disminución de más del 40% de la población en sólo una década y, en algunas zonas, la densidad rural ha disminuido hasta niveles críticos. Las tasas de disminución de la población en los sectores rurales es una tendencia que se presenta a nivel mundial, pero en el caso chileno se explica por las siguientes razones:


1.- Las condiciones de producción, de un importante segmento de la población, son primarias.

2.- Deterioro socio espacial del sector que se manifiesta en deficiencias de accesibilidad, e infraestructuras de salud, educación, agua potable, alcantarillado, comunicaciones, energía, etc.


La situación de la población rural ha comenzado a ser tratada, no sólo como un problema demográfico, sino, también, como un problema ambiental, por el hiperpoblamiento de las grandes y medianas ciudades, y como un problema geopolítico, puesto que muchas áreas limítrofes están en franco descenso poblacional y económico, lo que puede acarrear efectos negativos para la integración del territorio. Así, por ejemplo, las políticas agrarias de la Unión Europea ponen un marcado énfasis en estos aspectos. De hecho, estas preocupaciones han sido las que han justificado la propuesta de estrategias que vinculen el ocio con la ruralidad.


Teóricamente, es claro que la participación es la "piedra angular" del desarrollo. Sin embargo, la realidad es que la opinión de los campesinos pobres pocas veces es considerada en los procesos de planificación y menos aún que se les asigne un papel en las actividades de desarrollo. Esto se explica porque los pobres carecen de una estructura organizativa que, efectivamente, pueda articular sus necesidades y sirva a sus intereses.


Marginados, y con frecuencia sometidos a condiciones de explotación no cuentan con los medios para obtener un mayor acceso a los recursos y a los servicios que podrían ayudarles a mejorar sus condiciones de vida. A menos que a los pobres les sean proporcionados los medios para participar plenamente en el desarrollo, ellos continuarán siendo excluidos de los beneficios. Como consecuencia, no serán capaces de contribuir con todo su potencial a la expansión de los mercados rurales, ahorros e inversiones, todos ellos elementos importantes en cualquier proceso de desarrollo rural (Galán, 1994).


No se puede soslayar, en este ambiente de pobreza y de marginación, el importante papel que juegan las mujeres. Más allá de reconocerles su fortaleza para sostener el concepto de "la familia", aún en las condiciones socioeconómicas más desfavorables, se están constituyendo en los "agentes del cambio".


Las mujeres rurales, genéricamente, desempeñan tres roles: reproducción familiar; tareas económico-productivas; y, labores de carácter comunitario. La forma en que se desenvuelven en estos roles está en función de las condiciones étnicas, socioeconómicas y geográficas. Su trabajo, en general, se califica como “invisible” y no lo recogen las estadísticas oficiales. En el medio rural, la falta de infraestructura y equipamiento social genera una gran dependencia de la familia en torno a la mujer, por lo que si hay algo consensuado es que las mujeres son un factor de cohesión del territorio y verdaderos agentes dinamizadores (López, 1999).


Enfrentadas a limitadas opciones, el turismo, que en este medio, en principio, los habitantes, mayoritariamente, lo asocian a un trabajo propio del ámbito tradicional de la mujer y con actividades de carácter más domésticas, se ha transformado en la vía por la cual la mujer comienza a pasar a desarrollar una actividad económica formal y a jerarquizar su trabajo. La mujer, junto con los jóvenes, frente al escaso papel que han jugado, principal mente por factores de orden cultural, son más abiertos frente a nuevas iniciativas. Mayoritariamente, son ellas las que hacen suya y se entusiasman con la idea de abrir sus casas a los visitantes y, con ello, contribuir al ingreso familiar. Por el contrario, el hombre es más reticente y sólo a medida que ve en ella una actividad económicamente rentable se incorpora.


Paulatinamente, para el caso chileno, las políticas sectoriales van reconociendo la importancia que tiene la mujer para el desarrollo económico y social de la familia rural. Como ejemplo del apoyo que se pretende brindar al trabajo de la mujer existe el Programa “Talleres de Formación y Capacitación de Mujeres Rurales", que se realiza en convenio entre el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) y la Escuela de la Mujer, dependiente del Programa de Desarrollo de la Mujer (PRODEMU). Este programa tiene como principal objetivo fomentar en las mujeres de localidades rurales pobres, el interés por las actividades productivas y, paralelamente, generar en ellas las destrezas, aptitudes, habilidades y conocimientos necesarios, que le permitan incorpo- rarse más fácilmente a iniciativas de tipo productivo.

En Cuadro Nº1, se resume un conjunto de datos de orden social, educacional y económicos que permiten mostrar la situación que vive la mujer rural en Chile.





Cuadro Nº 1: Síntesis de la situación de la mujer rural en Chile.

  • Grado de escolarización bajo (promedio 6,0 años).

  • Sin capacitación profesional adecuada.

  • Pocas posibilidades de trabajo, por falta de acceso a tierras cultivables.

  • Alta tasa de emigración a centros urbanos de mujeres jóvenes por falta de oportunidades laborales.

  • En los centro urbanos una vez que emigran acceden a ocupaciones mal remuneradas debido a su escasa formación profesional.

  • Desigualdad jurídica (gran porcentaje casadas bajo el régimen de sociedad conyugal) les inhibe la posibilidad de iniciar una actividad comercial o solicitar financiación.

  • Su participación en la Población Económicamente Activa es del 11,6%.

  • Contraen matrimonio a más temprana edad que las mujeres residentes urbanas.

  • Estructura familiar de tipo nuclear con un tamaño que oscila entre 3,3 y 5,5 personas.

  • Aunque, por lo general, no se consideran en las estadísticas los ingresos que reciben, porque trabajan como familiares no remunerados, existen estudios que estiman que aportan el 45% de los ingresos de la unidad agrícola con trabajo fuera del predio (ocupándose en trabajos mal remunerados como temporeras, en el servicio doméstico y como operarias en plantas procesado- ras de productos del mar).

Elaboración: Propia a partir de la revisión de documentos del INE, Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) y CEPAL de 1997.


b) La pequeña agricultura campesina.


Es interesante centrarse en un habitante cuya principal actividad es la práctica, a pequeña escala, de la agricultura. Genéricamente, se estaría hablando de “Pequeña Agricultura”, o “Pequeña Agricultura Campesina o Familiar”, ya que, técnicamente, ambas se entienden como aquellas explotaciones agrarias cuya superficie es igual o inferior a 12 hectáreas de riego básico1. Sin embargo, entre ambas, hay diferencias que, aunque parezcan sutiles, son importantes, cuando al análisis se incorpore, posteriormente, la variable turismo como posibilidad productiva. La “pequeña agricultura” es aquella practicada por una persona que no proviniendo del campo, adquiere un predio y lo explota bajo un intento principalmente económico (Ortega, 1993), mientras que la “pequeña agricultura campesina o familiar” es la que tiene su origen en el campo y establece una relación hombre-tierra muy fuerte, con características culturales y sociales muy definidas y en la cual el esfuerzo productivo incorpora a la familia. Es este segmento de la población rural, que se asocia mayorita- riamente con los índices de pobreza de las zonas rurales, el que se encuentra ante un futuro incierto y cada vez más constreñido.


La agricultura campesina presenta serios problemas, puesto que muchas de las explotaciones obtienen rendimientos muy bajos. Por ejemplo, en Chile se estima que 177.000 familias dedicadas a esta actividad son pobres; es decir, disponen de muy poca superficie, muestran los mayores índices de pobreza rural y cualquier alternativa de desarrollo pasa por dotarlos de infraestructura como servicios básicos, caminos, comunicaciones, etc.


Al pequeño productor rural chileno se le puede caracterizar en función de los siguientes parámetros (Correa, 1995; Amatmann 1999):


  • Poseer una escasa dotación de tierra, generalmente de calidad y ubicación marginal y con precarios derechos de tenencia.


  • Sus recursos de capital son limitados, lo cual se agrava por la poca accesibilidad a los insumos y medios modernos de producción.


  • Comúnmente disponen de abundante mano de obra, predominantemente de carácter familiar, en gran parte subocupada, cuya oferta para trabajar fuera del predio complementa sus ingresos de subsistencia.


  • Practican un sistema global con cultivos asociados y crianza de animales para intentar asegurar la subsistencia del grupo familiar, minimizando los riesgos.


  • Sus procesos productivos agrícolas y pecuarios rinden poco y los productos obtenidos son de baja calidad y sujetos a grandes pérdidas por una deficiente conservación y comercialización.


  • Producen básicamente para su subsistencia, ofreciendo al mercado sus excedentes sin agregar valor a sus productos, vendiendo en forma individual y a bajos precios.


  • Su rendimiento laboral y su desempeño empresarial, se ve afectado por sus precarias condiciones ambientales y de salud.


  • Aún cuando se muestran solidarios con su grupo de pertenencia, tiene poca confianza en la organización comunitaria, siendo escasa e ineficiente la cooperación entre ellos para enfrentar unidos sus problemas.


  • Estos productores tienen poco acceso a la tecnología moderna y a los servicios del Estado, que llegan a una minoría de ellos en forma parcial y descoordinada.


  • Su bajo nivel de capacitación les impide utilizar racionalmente los recursos disponibles, adoptar tecnologías apropiadas y organizarse, usando servicios y recursos externos a sus predios y comunidades. En este sentido, debe señalarse que esta variable es clave para mejorar el bienestar socioeconómico de las poblaciones más postergadas.


Pero, tal vez, lo más importante, sea recalcar que si algo caracteriza al pequeño agricultor o campesino es su situación de pobreza e incluso indigencia, problema que se agudiza por la nula capacidad de respuesta que entregan las formas tradicionales de producción. Las palabras del Presidente de la Comisión Nacional de Superación de la Pobreza, Alberto Echegaray, que se recogen a continuación dan idea de la situación en que se encuentra la pobreza rural en Chile:


" El suelo es el recurso natural que sostiene la vida del campesino: es decir el campesino vive de lo que la tierra produce. Cuando por las razones que sea, el campesino necesita más ingresos, tiende a sobrexplotar la tierra aumentando la superficie cultivada, la frecuencia de las siembras o introduce ganado, lo que trae mayor explotación sobre las tierras empobrecidas. La sobrexplotación trae erosión y empobrecimiento del suelo, por lo tanto, menor rendimiento y menores ingresos. Para equiparar los ingresos, es preciso sobrexplotar aún más el recurso, el cual más pronto que tarde colapsa y la pobreza se torna irremediable. El resultado es la emigración a la ciudad de personas con gran dificultad de adaptación para sobrevivir. Esto es lo que algunos han llamado la espiral de la ecopobreza".


c). El mercado del trabajo.



Como se ha señalado, tradicionalmente el medio rural se ha caracterizado por sustentar su economía en actividades del sector primario: agricultura, silvicultura, ganadería, pesca artesanal, extracción y recolección de mariscos, todas actividades de tipo extractivo. La identificación del medio rural con la tierra (agricultura, silvicultura, ganadería, etc.) es fuerte, pero sin embargo, en los espacios rurales del litoral marítimo, son las actividades relacionadas con el mar (pesca, extracción de mariscos, recolección de algas, etc.) las que prevalecen. Su importancia como generador de empleo ha ido disminuyendo drásticamente en todos los países a medida que se van alcanzado mayores niveles de desarrollo.



La empresa agrícola está en proceso de aumentar su competitividad sobre la base de reducir sus costos unitarios. Una de las medidas que aplica, en esta dirección, es la mecanización de labores. En los últimos años, el empleo agrícola ha decaído, iniciando una tendencia difícilmente reversible, pues la causa principal de esta situación es de carácter estructural .


Se verifica que las formas de desarrollo que se están dando en el medio rural, ya sea espontánea y/o planificadamente, provocan cambios en la estructura productiva que modifican las características ocupacionales de la población, asumiendo roles cada vez más relevantes la mujer y los miembros más jóvenes del grupo familiar. En el contexto del desarrollo local, Hernández (1990) señala: "de hecho, como varios estudios han demostrado, el desarrollo de pequeñas empresas de los sectores industria- les y turísticos en regiones agrícolas, representan una respuesta flexible a las nuevas demandas del mercado y a las necesidades de supervivencia en un periodo de crisis prolongada. Como consecuencia, se están expandiendo nuevos tipos de actividades informales como la subcontratación, el trabajo en casa, el alquiler de habitaciones y bares, de forma paralela al trabajo agrícola tradicional". Esta idea lleva a hacer dos consideraciones:

  1. Dada la naturaleza y singularidades de los procesos productivos, especialmente de la agricultura2, siempre se ha generado un importante porcentaje de empleo informal o subcontratación (no siempre apegado a la legislación laboral, un ejemplo recurrente es el de los trabajadores (as) temporales o " temporeros").


  1. En la pequeña agricultura, cuya producción es de autosustento, los miembros de la familia se involucran en la producción.


  1. La mujer y los jóvenes son quienes tienen una mayor predisposición frente a nuevas alternativas productivas y manifiestan una mayor capacidad emprendedora, motivada, por la ya referida, falta de oportunidades.


d) La importancia del asociacionismo.


"El mundo rural está convertido en la periferia dentro de la creciente internacionalización de las economías de todos los países" (Blanco Portillo y Benayas del Alamo, 1994), incluso las decisiones que le afectan se toman en instancias muy distantes a él. Esta situación se ve más agravada por cuando existe una fuerte centralización, en torno al gobierno central y los gobiernos regionales, respecto al diseño e implementación de políticas y estrategias de desarrollo rural.

Tradicionalmente, en el medio rural se han dado formas “ sui generis” de organización comunitaria, motivadas por la necesaria solidaridad, inducida, principalmente, por la marginalidad, el aislamiento geográfico, la falta de atención a los problemas por parte de los organismos gubernamentales, y la escasez de medios y recursos.


Hoy, frente a las dificultades por las que atraviesa el mundo rural, el asociacionismo, con distintos objetivos, aparece como una respuesta de los pequeños agricultores para hacer frente a la complejidad que implica, entre otras, la globalización económica, la creciente y dinámica competencia en los mercados, la profesionalización y la tecnificación en la gestión de las unidades económicas agrarias.


Por ejemplo, los requerimientos que plantea un mercado tan dinámico y competitivo como el turístico, inducen a los pequeños propietarios a buscar formas de asociación que les faciliten el acceso a las fuentes de financiación, asesoría técnica, estrategias de comercialización integradas, capacitación, etc. Producto de esto, en Chile, se han ido configurando las denominadas "redes de agroturismo" de: Chiloé (X Región), Caburgua - Lican Ray (IX Región) y, Corral (X Región).


La accesibilidad a los programas de los distintos organismos públicos orientados a los pequeños productores, exige, en su mayoría, que los beneficiarios deban darse alguna forma de organización de tipo asociativa. En distintas realidades, Canadá, Francia, España, entre otras, las cooperativas han sido las formas predilectas para impulsar iniciativas de desarrollo endógeno (Alonso Pérez, 1993). En Chile, prácticamente todos los programas de fomento al turismo rural privilegian la opción del trabajo asociativo, es así, como muchas iniciativas que se han evaluado e implementado, han estado asociadas a cooperativas campesinas, cuya orientación inicial no era el turismo, sino fortalecer la comercialización de productos como la leche (centros de acopio), miel, ajos, papas, etc., o la adquisición de insumos.


En este marco, tanto un "modelo individualista", como aquellos gestionados por agentes externos a la comunidad, tienen escasa viabilidad, ya que, por su naturaleza, el desarrollo rural implica y afecta directamente a la comunidad y su entorno. Por lo tanto, el trabajo asociativo adquiere importancia, por las siguientes razones:


  1. Necesidad de tomar decisiones en forma ágil y oportuna con información de calidad y en tiempo real. Información que en muchos casos tiene un costo relativamente alto, los que disminuyen al adquirirla o generarla en forma conjunta.


  1. Frente al dinamismo y competencia creciente en los distintos mercados, el coordinar las estrategias de comercialización surge como una necesidad imperiosa.



  1. Alcanzar economías de escalas, por ejemplo, en la adquisición de insumos, incorporación de tecnología, "know-how", etc. Lo que se traducirá en mejoras en la calidad de la producción y una estructura de costes más competitiva.



1.3. Relación turismo y medio rural


En prácticamente todos los países latinoamericanos el medio rural es el soporte de sus principales recursos y atractivos turísticos. Sin embargo, los residentes en estas áreas, hasta ahora, nunca, o en escasas oportunidades, se han visto beneficiados por la actividad turística.


Se comienza a considerar que el turismo puede ser una vía para el progreso de zonas rurales deprimidas. Se pretende, que el agricultor, particularmente el pequeño, cuente con una fuente adicional de ingresos, diversifique sus actividades y logre una mejor valorización de sus producciones y de su patrimonio cultural. Además, esta actividad permite el rescate y la implementación de la producción casera y artesanal, coayudando así a hacer frente a la crisis económica que existe actualmente en el medio rural.


Por otra parte, también hay factores de carácter sociológico que explican la creciente interdependencia entre ocio y espacio rural. Como señala Crosby (1993) “el clima creado por una sociedad en continuo cambio, ecológicamente cada vez más concienciada, demanda una nueva calidad de vida y consciente de los efectos negativos del turismo masivo, ha sentado las bases para el resurgimiento del turismo hacia áreas rurales y naturales”. Estos cambios se expresan en tendencias que se están produciendo en el mercado turístico y que han facilitado que formas de turismo alternativo, que en algunos casos no son tan nuevas como ciertos tipos de turismo rural (agroturismo o turismo de granja en Gran Bretaña, Francia, Austria, España, etc.), se posicionen con mayor fuerza en el mercado turístico mundial. Entre estas tendencias se pueden citar:


  1. Cambios en las necesidades o requerimientos de los turistas, en relación con la búsqueda de experiencias que lo lleven a estar en contacto con nuevas culturas.


  1. Preferencia por modalidades de turismo más individuales, en contra- posición a las formas tradicionales de turismo masivo.


  1. Búsqueda de un mayor contacto con la naturaleza y formas tradicionales de vida.


Para poder comprender las potencialidades que tiene el turismo, en el contexto de una estrategia de desarrollo rural, se hace imprescindible que, previamente, se tenga una aproximación de lo que es esta actividad. Esto se justifica, por una parte, porque el turismo rural es un subsistema del sistema turístico de cualquier núcleo receptor, independientemente de la escala territorial que se esté considerando (local, regional, o nacional) y, por otra, porque, su evolución, las políticas, estrategias y acciones especificas que se propongan, estarán condicionadas por una serie de factores, siendo uno de los más importante el modelo de desarrollo turístico que adopte o vaya adoptando un país, ya sea en forma explícita o implícita 3.

1.4. Conceptualización del turismo.


Su reconocido carácter multidisciplinario y la aún incipiente y poco consolidada base teórica en torno a él, conlleva que no exista una definición única. Esta amplia gama de definiciones es producto de que se presentan distintas vías para aproximarse al estudio de esta actividad. Entre ellas destacan tres:


  1. Una, que le reconoce como fenómeno sociológico, con fuerte arraigo en quienes se ocupaban del tema en las décadas de los 60 y 70, y que coincide con la época del despegue del turismo como práctica masiva.


  1. La que tipifica al turismo como una actividad económica: Esta corriente se ha ido consolidando a partir de la fuerte incidencia que el turismo tiene en la economía mundial. Es a partir de los años 80, que comienza a ser preocupación de los estrategas del desarrollo y, muchas regiones le consideran como una alternativa para alcanzar los objetivos de crecimiento y desarrollo socioeconómico. Como consecuencia de esto, (a pesar de la aún débil base teórica,) se puede, desde el punto de vista académico, hablar de una naciente "economía del turismo".


  1. Una tercera vía, es el análisis del turismo como impacto sobre el ecosistema, particularmente sobre el medio físico y social (Mathieson y Wall, 1990).


Entre las definiciones, que tienen un carácter más bien generalista, se puede citar la que se recogía en la Declaración de Manila, “El turismo se entiende como una actividad esencial de la vida de las naciones, por sus consecuencias directas para los sectores sociales, culturales, educativos y económicos de las sociedades nacionales y para sus relaciones internacionales en todo el mundo".


Una definición con un marcado acento "empresarial" es la de Smith (1987) quien señala, que, desde el punto de vista de la oferta, la actividad turística, comprende el conjunto de iniciativas empresariales que suministran los bienes y servicios consumidos por el turista.


Una definición que integra las distintas vertientes de análisis, es la de Jafari (1977): “ el turismo es el estudio del hombre lejos de su hábitat, de la industria que satisface sus necesidades, y de los impactos del hombre y la industria sobre el entorno socio cultural de los residentes, sobre su economía y el medio ambiente”.












1 Unidad de conversión de hectáreas físicas en diferentes zonas del país al hacerlas equivalentes a una hectárea de riego del llano central de la Provincia de Santiago.

2 Se hace énfasis en la agricultura porque tradicionalmente la identificamos con el medio rural. Existen localidades rurales cuya actividad productiva básica es otra. En la X Región de Chile, por ejemplo, la pesca o extracción de mariscos.

3 Con esto se quiere hacer referencia, a casos como el chileno, donde no existe una estrategia de desarrollo turístico a nivel nacional y menos regional o local. Como se desprenderá de este trabajo, el modelo se ha ido configurando a partir de acciones coyunturales y sin coordinación entre los distintos agentes que conforman el sistema turístico del país.

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